RICHARD ROSALES


Si bien existen bandas de música tropical que en su mayoría son conocidas por su cantante, Richard Rosales es quien le pone el rock al grupo Ráfaga, que gira constantemente no sólo por el país sino también por el mundo. En la entrevista, el guitarrista repasa sus inicios, sus influencias, su equipamiento, y el recorrido que viene haciendo con esta famosísima agrupación.

UNA RÁFAGA DE ROCK

Si bien existen bandas de música tropical que en su mayoría son conocidas por su cantante, Richard Rosales es quien le pone el rock al grupo Ráfaga, que gira constantemente no sólo por el país sino también por el mundo. En la entrevista, el guitarrista repasa sus inicios, sus influencias, su equipamiento, y el recorrido que viene haciendo con esta famosísima agrupación.

En este momento, es como que me estoy reencontrando conmigo mismo. Lo primero que me hizo escuchar mi hermano cuando yo era chico fue Pink Floyd, y después vinieron Maiden, Purple... Y cuando apareció este proyecto de Ráfaga, como que hice un paréntesis en mi vida. Es música, sentimiento, pero también es un trabajo.
Vengo de una familia laburante de Fiorito. Soy el menor de cuatro hermanos, y gracias a que ellos fueron a laburar, yo pude terminar la secundaria.

Cuando arrancó Ráfaga me encerré en esa cápsula. Yo venía de Blackmore, que a su vez me llevó a Malmsteen, y en ese mismo nivel estaban por ejemplo Satriani y Vai. Cuando estaba empezando a comprender los arpegios disminuídos de Malmsteen fue que apareció Ráfaga en mi vida. Entonces fue como que me cambió el chip.
Cuando Yamila (Amaro) me dice esto que estaba preparando con el “Tano” Marciello y con Alambre González, digo ¿qué voy a hacer al lado de estas bestias? Lo único que tenía adaptado a mis falanges era Blackmore. Hay un músico, Bruno Ávalos, que conozco de Arroyo Seco, que me suplanta en Ráfaga cuando yo no puedo ir por alguna situación. Entonces le cuento todo esto de Yamila, y me dice que me armaba una banda para tocar Deep Purple. Yo les tiré por Whatsapp los temas que me sabía, y el show salió como si hubiésemos tocado toda la vida. Para mí fue como ir a un retiro espiritual (risas). Esto fue en abril en “Circus” de San Justo. Ahora lo repetimos, pero con Javi Viñas en vez del “Tano” Marciello.

Cuando tocamos en vivo, trato de ir siempre con lo mismo a todos lados. No soy mucho de experimentar. Cuando arranqué con Ráfaga me dijeron que me tenía que comprar una pedalera. Para movernos, era más fácil eso que tener pedales individuales. Así que fuimos toda la banda a Promúsica, y me muestran la Boss ME-10, que la compré gracias a la ayuda de mi viejo.
De la ME-10 pasé a la GT-5, después a la GT-10 gris, que en una gira por Perú desapareció. Justo viajaba a España con mi esposa que es española, y cuando llego, ya estaba allá la Helix pero era muy cara. Así que me compré la POD HD500 de Line 6. Nunca me convenció esto de editar en la compu, y la HD500 tenía una pantallita muy chica. Para ese entonces, mi amigo Bruno de Arroyo Seco, que también la tenía, fue el que me ayudó a armar los sonidos. Al tiempo aparece la Headrush, que tiene una pantalla bien grande, y que además para usar en vivo no necesitás ampli, aunque ahora le anexé el monitor Headrush de piso. También tengo una pedalera Kemper, que todavía estoy investigando. Tener este tipo de pedaleras le simplifica la vida al sonidista y también ayuda a los asistentes, que tanto hacen por nosotros los músicos ¿no?

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Marcelo Roascio



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